Pero sabéis, a nadie le importa.
Cuando en el febrero del 1994 puse un pequeño recordatorio en mi tienda habitual de cómics, me di cuenta tristemente no le importaba a nadie.
Cinco años antes había muerto otro de los grandes Osamu Tezuka, y todo japón lloró su perdida. El maestro, aquél que había hecho lo mismo que Jacob -darle forma a una industria en su propio país- provocó que algunos de los periódicos japoneses más importantes pidieran que se le entregara el Premio Nobel de literatura, aunque fue rechazado. (Joder nos tienen fobia, no nos perdonan pulitzer a Maus en el 1992). Nadie le discutió sin embargo su aclamación como "el dios del manga" sintoísta , perpetuando así su influencia en generaciones de lectores y autores, y en la historia y cultura de todo un país en su conjunto.
Ahora, el noveno arte esta salvando al séptimo arte. Y no tardaremos mucho en ver como se salvan las restantes bellas artes, doblegándose con desprecio a esa hermana menor que todos los artistillas han estado intentando humillar de la forma mas agresiva posible durante años.
Gente como Fernando Trueba ven como su mundo se extingue frente a la realidad. Mientras se ahogan en su mundo, se revuelven contra la adversidad echando la culpa a los demás de su propio fracaso.
El siglo XXI es nuestro. Lo hemos demostrado. Es una realidad palpable.
¿Cuanto tardarán las pinacotecas mundiales de gran renombre a ofrecer entre sus salas trabajos de artistas secuenciales como el de Jacob?
¿Cuando os habías dado cuenta de quien es Jacob Kurtzberg? ¿No merecía el que los grandes periódicos norteamericanos pidieran que se le entregara el Premio Nobel?
Ahora empieza a importarles y mucho quien murió el 6 de febrero de 1994.
