Carlos Pacheco
Unas cuantas consideraciones:
- Cuando un artista toma un determinado camino por donde llevar su trabajo rechaza consciente o inconscientemente, a críticos y aficionados interesados en esos otros caminos que el no quiere recorrer. Es el artista quien rechaza a quienes no participan de sus propuestas. Distinto es el caso de aquellos, aficionados y critica, a la que sí es dirigido ese trabajo, si no lo da por bueno entonces es cuando el artista sí es rechazado.
-El artista determina el tiempo y el tiempo al artista. El arista se constituye en un vórtice dónde confluyen los elementos estéticos del tiempo que lo definen y en su obra los define y afianza. El artista no tiene ninguna obligación de tener que reinventarse o de integrar en su trabajo nuevos hallazgos técnicos o gráficos si no quiere hacerlo, es su decisión, no la del público o la critica. No se puede ni debe exigir a un artista a modificar su trabajo porque los tiempos cambien.
-Sí existen criterios objetivos para la valoración de la obra de un artista, no todo son opiniones. Unas ventas excepcionales indican que ha captado la atención del público general, unas criticas positivamente unánimes implica que ese público especializado lo valora y lo destaca, si los dos se dan al mismo tiempo implica que la obra del artista es valorada por todos los agentes a quienes es dirigida, y lo contrario, si no satisface a nadie es una obra fallida. Esto, que es de perogrullo, deja claro que apelar a estos factores a la hora de calificar a una obra del pasado no es dar una opinión, es aplicar unos criterios
que están ahí para todos.
- Los “lectores de superhéroes” son unos seres tan variados como los lectores de cualquier otro tipo de historieta. Dentro de una misma generación su tipología es tan diversa como lo es en distintas generaciones. Los lectores de superhéroes que hayan surgido hoy interesados en la obra de los autores actuales no tienen nada que ver con muchos de los lectores de la Silver o Bronze Age, ni en gustos, educación e intereses, pero de la misma forma tampoco los lectores de hoy son un todo homogéneo. No se puede considerar al “cómic de superhéroes” como un todo continuo en tiempo y espacio.
- Se debe distinguir entre aficionado al cómic de superhéroes y aficionado al superhéroe. El segundo es un aficionado a esos personajes de manera transversal, los busca en los medios en los que aparezca (cine, tv, comic) y el primero es un aficionado al medio que integra este tipo de comic entre sus intereses historietísticos. Evidentemente hay una gradación entre ambas categorías, no son posiciones aisladas. El aficionado al cómic de superhéroes, por ser aficionado al cómic, no limita su interés en el medio a este género, por lo que en sus valoraciones el superhéroe no es una categoría separada de las demás. El cómic superhéroe no compite con el mismo, sino con todas las obras que captan su interés. El aficionado a los cómics al que también le interesan los de superhéroes y los valora en su condición de “cómic” no elige cubriendo cuotas, sino valorando intrínsecamente cada una de las obras que cae en sus manos. Me es muy extraño imaginar a ese aficionado haciendo una “lista” con una representación por cuotas, una obra por categoría superheróica y luego un bloque con todo lo demás.
- Un aficionado que admita no querer conocer el cómic español, el europeo, la novela gráfica o cualquier otra categoría estaría descalificado como opinión relevante si esa persona pretendiese elevar sus consideraciones sobre la historieta de manera general y no especializada. Lo mismo debería considerarse de quien dice no querer, o despreciar, el comic de superhéroes por las razones que sean (ideológicas, personales, etc.). Las opiniones sesgadas son todas admisibles, faltaría más, pero son sesgadas y por lo tanto interesadas (de nuevo, siguen intereses, personales, colectivos, ideológicos,etc.).
- El cómic franquiciado asegura su pervivencia en el mercado adaptando esas franquicias a los vaivenes de las estéticas y éticas dominantes en cada momento. Un comic de un personaje en concreto de 1964 puede que tenga tanto que ver con un cómic del mismo personaje como la selección española de futbol de aquel año con la de hoy, es decir, absolutamente nada (excepto el nombre y los colores básicos que lo identifiquen, porque hasta es probable que el diseño este completamente cambiado). En el caso de los superhéroes, si hoy existen es para generar beneficios a los accionistas y no para otra cosa. Entre sus prioridades no está mantener una coherencia narrativa o estética con el pasado. Si esta se produce es gracias a los autores que realizan un esfuerzo extra (e incluyo en ello el interés particular de algunos editores)
-La relevancia del cómic de superheroes la aportan tanto las obras que trascienden al propio medio y que son apreciadas por quienes no participarn de él y por quienes sí, cómo las obras que lo definen y lo afianzan y que sólo son apreciadas y conocidas por quienes se manifiestan como aficionados al medio.
Y esto es todo.
- Cuando un artista toma un determinado camino por donde llevar su trabajo rechaza consciente o inconscientemente, a críticos y aficionados interesados en esos otros caminos que el no quiere recorrer. Es el artista quien rechaza a quienes no participan de sus propuestas. Distinto es el caso de aquellos, aficionados y critica, a la que sí es dirigido ese trabajo, si no lo da por bueno entonces es cuando el artista sí es rechazado.
-El artista determina el tiempo y el tiempo al artista. El arista se constituye en un vórtice dónde confluyen los elementos estéticos del tiempo que lo definen y en su obra los define y afianza. El artista no tiene ninguna obligación de tener que reinventarse o de integrar en su trabajo nuevos hallazgos técnicos o gráficos si no quiere hacerlo, es su decisión, no la del público o la critica. No se puede ni debe exigir a un artista a modificar su trabajo porque los tiempos cambien.
-Sí existen criterios objetivos para la valoración de la obra de un artista, no todo son opiniones. Unas ventas excepcionales indican que ha captado la atención del público general, unas criticas positivamente unánimes implica que ese público especializado lo valora y lo destaca, si los dos se dan al mismo tiempo implica que la obra del artista es valorada por todos los agentes a quienes es dirigida, y lo contrario, si no satisface a nadie es una obra fallida. Esto, que es de perogrullo, deja claro que apelar a estos factores a la hora de calificar a una obra del pasado no es dar una opinión, es aplicar unos criterios
que están ahí para todos.
- Los “lectores de superhéroes” son unos seres tan variados como los lectores de cualquier otro tipo de historieta. Dentro de una misma generación su tipología es tan diversa como lo es en distintas generaciones. Los lectores de superhéroes que hayan surgido hoy interesados en la obra de los autores actuales no tienen nada que ver con muchos de los lectores de la Silver o Bronze Age, ni en gustos, educación e intereses, pero de la misma forma tampoco los lectores de hoy son un todo homogéneo. No se puede considerar al “cómic de superhéroes” como un todo continuo en tiempo y espacio.
- Se debe distinguir entre aficionado al cómic de superhéroes y aficionado al superhéroe. El segundo es un aficionado a esos personajes de manera transversal, los busca en los medios en los que aparezca (cine, tv, comic) y el primero es un aficionado al medio que integra este tipo de comic entre sus intereses historietísticos. Evidentemente hay una gradación entre ambas categorías, no son posiciones aisladas. El aficionado al cómic de superhéroes, por ser aficionado al cómic, no limita su interés en el medio a este género, por lo que en sus valoraciones el superhéroe no es una categoría separada de las demás. El cómic superhéroe no compite con el mismo, sino con todas las obras que captan su interés. El aficionado a los cómics al que también le interesan los de superhéroes y los valora en su condición de “cómic” no elige cubriendo cuotas, sino valorando intrínsecamente cada una de las obras que cae en sus manos. Me es muy extraño imaginar a ese aficionado haciendo una “lista” con una representación por cuotas, una obra por categoría superheróica y luego un bloque con todo lo demás.
- Un aficionado que admita no querer conocer el cómic español, el europeo, la novela gráfica o cualquier otra categoría estaría descalificado como opinión relevante si esa persona pretendiese elevar sus consideraciones sobre la historieta de manera general y no especializada. Lo mismo debería considerarse de quien dice no querer, o despreciar, el comic de superhéroes por las razones que sean (ideológicas, personales, etc.). Las opiniones sesgadas son todas admisibles, faltaría más, pero son sesgadas y por lo tanto interesadas (de nuevo, siguen intereses, personales, colectivos, ideológicos,etc.).
- El cómic franquiciado asegura su pervivencia en el mercado adaptando esas franquicias a los vaivenes de las estéticas y éticas dominantes en cada momento. Un comic de un personaje en concreto de 1964 puede que tenga tanto que ver con un cómic del mismo personaje como la selección española de futbol de aquel año con la de hoy, es decir, absolutamente nada (excepto el nombre y los colores básicos que lo identifiquen, porque hasta es probable que el diseño este completamente cambiado). En el caso de los superhéroes, si hoy existen es para generar beneficios a los accionistas y no para otra cosa. Entre sus prioridades no está mantener una coherencia narrativa o estética con el pasado. Si esta se produce es gracias a los autores que realizan un esfuerzo extra (e incluyo en ello el interés particular de algunos editores)
-La relevancia del cómic de superheroes la aportan tanto las obras que trascienden al propio medio y que son apreciadas por quienes no participarn de él y por quienes sí, cómo las obras que lo definen y lo afianzan y que sólo son apreciadas y conocidas por quienes se manifiestan como aficionados al medio.
Y esto es todo.
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